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Escuchó el silencio ingrávido por primera vez, y en cada sonido un eco profundo pero conocido. Sonrió al encontrar en su pecho la respiración, y al sonreír se asombró del susurro áspero que de su garganta brotó. El suspenso de saber que tenía ese "ruido escondido" la emocionó, pero no quiso forzar su propio descubrimiento.
- ¿Cómo será mi voz? - pensó.
Sin darse cuenta, Amanda estaba rodeada de PENAS que sobrevolaban en el aire sofocante de aquella pequeña y oscura habitación. Ya eran libres, pero daban vueltas, tropezaban y caían.
Decidida a ponerse de pie y abrir ventanas para dejar migrar aquel aire denso, posó sus pies desnudos en el suelo, y con gran fuerza levantó su cuerpo. Recordó las palabras de una amiga y se dijo a sí misma - Un paso a la vez, un paso a la vez... -
La emoción de escuchar nuevamente su propia voz la tambaleó un poco, las lágrimas le nublaron la vista y el tropezón fue inevitable. Cayó.
En el suelo y sin tiempo, Amanda dejó la vista perdida en algún horizonte inimaginable.
¿Qué pensaría? - pregunto yo (yo la escritora), y al igual que Amanda me pierdo en algún horizonte inimaginable... Pero de pronto a mis espaldas, liberándose de mí, sin siquiera darme la oportunidad de seguir escribiendo, Amanda me sonrió, tomó impulso y se levantó. Caminó hacia las ventanas meneándose con júbilo y dejó entrar por borbotones el aire fresco.
Aspiró la brisa como si en verdad hubiese perdido el sentido de hacerlo, espantó las heridas que aún volaban cerca, y gritó a todo pulmón:
.....M...!·? $*%+ |@/€¿)! |Ç#¬¿&)·+*^`[...
.....segundos después se vistió color alegría y fue a comprar-se flores.
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