Bálsamo


Y entonces un día
el cielo se desnudó frente a sus ojos,
el sol le abrigó la piel,
y el viento robó para siempre sus lágrimas.

Del filo de sus labios brotó una sonrisa,
despertó su baile,
se escuchó su canto,
la tierra retumbó bajo sus pies.
 

La brisa -como cual bálsamo- sorprendió su rostro,
y el tiempo se hizo nada,
y la nada le robó el aire.

Y así... -envuelta en murmullos-
se entregó nuevamente al compás de la vida,
a la melodía de la respiración,
y al vaivén de sus intensos latidos.