Y entonces un día
el cielo se desnudó frente a sus ojos,
el sol le abrigó la piel,
y el viento robó para siempre sus lágrimas.
Del filo de sus labios brotó una sonrisa,
despertó su baile,
se escuchó su canto,
la tierra retumbó bajo sus pies.
La brisa -como cual bálsamo- sorprendió su rostro,
y el tiempo se hizo nada,
y la nada le robó el aire.
Y así... -envuelta en murmullos-
se entregó nuevamente al compás de la vida,
a la melodía de la respiración,
y al vaivén de sus intensos latidos.
Hola!!! que bueno leerte de nuevo!!! un abrazo desde Guatemala.
ResponderEliminarme alegro por "ella"... no sabes cuánto... que baile para sí y para gozo ajeno, pero que no nos roben nada, ni siquiera las lágrimas.
ResponderEliminarPorque así debe ser, Nat. ¡¡Bien!!
ResponderEliminarbesos
latir y no dejar de hacerlo. Que el amor sea para verte sonreir siempre.
ResponderEliminarQué hermoso!😍
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