Creo en ellas... en nosotras...(Homenaje)

Me siento muy orgullosa de ser mujer, de mi sexo. Siempre lo he estado y hecho manifiesto. Pero con el tiempo, ya adulta he valorado aún más mi género…

He aprendido a valorar a mi madre, a mis abuelas, a mis hermanas, a la vecina, a mi maestra, a mi jefa, a mis amigas, a la amiga de mi amiga y a mi compañera de brete… Pero sobre todo me siento orgullosa de esas mujeres pioneras que alzaron su voz…

Todas; mujeres de aquí y de allá, llevamos siempre con nosotras una bandera. Bandera de fuerza, valentía, honor y coraje, astucia, atrevimiento, esfuerzo, ímpetu, arrojo, firmeza, carácter y actitud; sin dejar de lado la sutileza y la belleza de nuestra esencia.

Todas, llevamos mucho de esas mujeres pioneras que amaban y creían en su lucha, en lo que hacían y decían. Las que prestaron su voz… las que en muchos casos fueron agredidas y perseguidas, las que fueron asesinadas y murieron creyendo en su palabra, las que fueron encerradas, abusadas, castigadas, maltratadas, violadas, sancionadas, condenadas y acosadas por su condición de mujeres.

Mujeres valientes que en un círculo patriarcal y machista alzaron su voz y nunca se dieron por vencidas. Mujeres más fuertes que un barrote y tercas como el sistema mismo.

Porque creo en ellas y me uno a sus ambiciones de un mundo más justo, igualitario, donde reine el respeto, los verdaderos derechos humanos, la paridad sin calificativos, sin represión, sin violencia, sin estereotipos y sin fobias; rindo homenaje a sus actos y a todas aquellas mujeres que en cualquier lugar del mundo hacen algo por murmurar su real importancia.

A cada una de ellas dedico parte de mi tiempo porque cuentos hay muchos, el punto es no borrarlas de la historia…
(Ver historias de mujeres)

Angela Davis, la eterna indómita


Por Michel Muller

Ser mujer ya es una desventaja en esta sociedad siempre machista; imaginen ser mujer y ser negra. Ahora hagan un esfuerzo mayor, cierren los ojos y piensen, ser mujer, ser negra y ser comunista. ¡Vaya aberración! Angela D.

Birmingham, Alabama, fue la cuna de una de las mujeres más notorias de finales del siglo pasado: Angela Davis.
Y es que ¿cómo no serlo?, si la miembro del grupo “Panteras Negras” sufrió los embates de Estados Unidos por la carga que significaba esta revolucionaria siempre vigente, siempre en combate.

El sitio donde se crió Angela Davis era llamado Dynamite Hill (Colina Dinamita), debido a que el “Ku Klux Klan” dinamitó un gran número de casas afrodescendientes, algo que marcó su percepción sobre la igualdad en un mundo que consideraba injusto.

El 26 de enero de 1944 nació Angela Yvonne Davis, en Birmingham, Alabama, hija de un mecánico automotriz y una profesora de escuela. Su madre fue una activista a favor de los derechos civiles y había estado activa en la Asociación Nacional por el Avance de Personas de Color, antes de que dicha organización fuera prohibida en Birmingham.

Además la Sra. Davis decidió estudiar para obtener una maestría en arte en la Universidad de Nueva York, cuestión que provocó la mudanza de estas dos mujeres a la gran manzana. Ángela asistió a una escuela progresista en Greenwich Village, donde varios de los profesores estaban en la “lista roja” durante la era Mc Carthy.

Las escuelas, los cines y todos los lugares públicos estaban segregados y los negros debían sentarse en los asientos posteriores de los autobuses urbanos. Ese fue el estandarte en la lucha de Ángela Davis.

En 1961, Davis estudió francés a la Universidad Brandeis en Waltham, Massachusetts. Su carrera incluía un año en la Sorbona, en París. Poco después de volver a los Estados Unidos pudo rememorar la lucha por los derechos civiles que se estaba llevando a cabo en Alabama cuando cuatro muchachas que conoció fueron asesinadas en la explosión de la Iglesia Bautista en septiembre de 1963.

Después de graduarse de la Universidad Brandeis pasó dos años en la facultad de filosofía en la Universidad J.W. Goethe de Frankfurt, en Alemania (Occidental). Antes de estudiar en la Universidad de California, Davis recibió una gran influencia de Marcase; su idea era que el individuo debía rebelarse contra del sistema.

Activismo
Los primeros contactos de Ángela Davis con el activismo político se produjeron a raíz de la aparición del movimiento por los derechos civiles de los años 60. Además, Davis participó en el movimiento contra la guerra de Vietnam, pero fue como miembro de los Black Panther donde Davis comenzó a desarrollar su pensamiento político.

El movimiento pacífico que se creó para acabar con la segregación racial en el Sur de EEUU, liderado por Martin Luther King, sufrió una gran represión y parte de ese movimiento vio necesario tomar las armas para defenderse.

Los Black Panther tomaron una posición radical de autodefensa que estuvo estrechamente relacionada con el avance de su teoría política. Mientras que otros grupos hablaban del fin del racismo en abstracto, los Black Panther relacionaban la explotación capitalista con la racista.

Davis declaró en una ocasión que “el único camino verdadero para la liberación de la gente negra es el que trabaja hacia la total desaparición de la clase capitalista en este país”.
Esta luchadora llevó la perspectiva de clase al centro de cualquier debate sobre explotación. Lo que diferencia a Davis de otras activistas feministas es que ella supo discernir con magnífica clarividencia que la explotación racista y sexista son intrínsecas al sistema capitalista.

En 1967 Davis se unió al Comité Coordinador No violento Estudiantil y al Partido de las Panteras Negras. Al año siguiente se involucró con el Partido Comunista Estadounidense.

Davis empezó a trabajar como catedrática de filosofía en la Universidad de California en Los Ángeles, pero en 1970, el FBI informó a sus jefes del Consejo de Regentes de California, que ella era miembro del Partido Comunista Estadounidense y terminaron su contrato.

Davis participó en la campaña para mejorar las condiciones en las cárceles. Se interesó especialmente en el caso de Jorge Jackson y W. L. Nolen, dos afroamericanos que establecieron una sucursal de las Panteras Negras mientras estaban en la prisión Soledad en California.

El 13 de enero de 1970, Nolen y otros dos prisioneros negros fueron asesinados por uno de los carceleros. Días después el Jurado del Condado de Monterrey determinó que el guarda había cometido un “homicidio justificable”.

Después, cuando un guarda fue encontrado asesinado, Jackson y otros dos prisioneros, John Cluchette y Fleeta Drumgo, fueron acusados de su muerte. Se argumentó que Jackson buscaba vengarse de la muerte de su amigo, Nolan.

El 7 de agosto de 1970, el hermano de Jorge Jackson, Jonathan, de 17 años, irrumpió en la corte del Condado Marin con una ametralladora y tras tomar como rehén al juez Harold Haley, demandó que Jorge Jackson, Juan Cluchette y Fleeta Drumgo fueran liberados. (Murieron el juez y tres personas más, entre ellos uno de los presos y Jonathan Jackson que fue asesinado cuando se alejaba de la corte en automóvil).

El 21 de agosto de 1971, Jorge Jackson fue ametrallado en el patio de la prisión de San Quintín. Llevaba una pistola automática 9mm y los oficiales dijeron que trataba de fugarse.

Las fuerzas del orden fueron por Ángela, que nunca estuvo en la escena del crimen, con la excusa de que las armas usadas aparecieron registradas a su nombre.

Davis huyó ante una posible persecución y así se convirtió no sólo en una fugitiva, sino también en la tercera mujer en engrosar la lista de los 10 criminales más buscados por el FBI. “Ángela, hermana, eres bienvenida en esta casa”, podía leerse en multitud de ventanas y puertas por todo Estados Unidos, mientras el entonces gobernador de California, Ronald Reagan, proclamaba que la profesora jamás volvería a dar clases en su estado.

Cuando por fin fue capturada, dos meses después en un hotel de Nueva York, hasta el presidente Nixon compareció en televisión para felicitar al FBI y, de paso, condenar a la joven del pelo afro sin juicio.

Davis pasó 16 meses en una diminuta celda antes de que un jurado compuesto por blancos la exonerara de todos los cargos. Casi un año y medio infernal, suficiente para que se forjara la leyenda gracias a una de las campañas de liberación más mediáticas. Al grito de “¡Libertad para Angela Davis!”, las manifestaciones se sucedieron por todo el planeta dando fuerzas a su heroína, que aprovechó para fundar la Alianza Nacional Contra el Racismo y la Opresión Política. En su autobiografía, publicada en 1974, aseguraba que nunca se dejó llevar por el odio ni por el sentimentalismo, “siempre fui la revolucionaria perfecta”.

Davis trabajó como conferencista de estudios Afroamericanos en el Colegio de Claremont, de 1975 a 1977, antes de convertirse en catedrática en estudios de etnia y de la mujer en la Universidad Estatal de San Francisco.
En 1979, Davis visitó la Unión Soviética donde recibió el Premio Lenin de la Paz e hizo un profesorado honorario en la Universidad Estatal de Moscú.

En 1980 y 1984, fue candidata a la vicepresidencia del Partido Comunista y se presentó como candidata a vicepresidenta en las elecciones presidenciales de 1980.

Publicaciones

A través de 13 ensayos Ángela Davis traza un recorrido tanto por los mitos como por las lagunas históricas de la experiencia de las mujeres negras.

Aborda el sexismo en las luchas por la abolición de la esclavitud, el racismo en el movimiento sufragista y la articulación de la raza y la clase en los primeros momentos de la lucha por la emancipación de las mujeres. También los significados específicos de la emancipación, de la explotación sexual y de clase, las experiencias organizativas autónomas de las mujeres negras.

Todos estos cambios están vertebrados por una continuidad histórica y política que, según Davis, es preciso analizar para entender las dinámicas de explotación y las estrategias de liberación, no sólo de las mujeres negras sino de todas las mujeres.

Publicó los libros: If They Come in the Morning: Voices of Resistance (1971), Ángela Davis: An Autobiography (1974), Women, Race and Class (1981) and Women, Culture, and Politics (1989).

Esta última obra, “Mujeres, raza y clase”, se publicó por primera vez en 1981 y, aunque no usa en ningún momento el término, supone uno de los primeros análisis sobre la interseccionalidad de los ejes de opresión. Es, además, una de las principales aportaciones al black feminism.

Recibió el Premio por los Derechos Humanos de 2004, otorgado por la Sociedad para la Protección de los Derechos Civiles y la Dignidad Humana.

Ángela Davis terminó siendo reconocida como el principal símbolo femenino de la causa social y política afroamericana de la última mitad del siglo XX.

Comunista, líder de los Panteras Negras, profesora de Filosofía y feminista, estuvo en la lista de las 10 criminales más buscadas del FBI, acusada de asesinato, secuestro y conspiración, encarcelada y absuelta sin cargos 16 meses después.

El caso de Ángela Yvonne Davis supuso un hito histórico para la causa negra estadounidense, feminista y para los movimientos antiopresión internacionales.